CAPITULO 1: “I’M THE NARRATOR AND THIS IS JUST THE PROLOGUE”
-¡Urie! ¡Deja de jugar con el piano y vuelve al trabajo! - esa exclamación me obligó a abrir los ojos. Debo admitir que me sonrojé por la frustración. Era la primera vez en un mes y medio que al fin podía tocar en un piano de verdad.
Suspiré resignado y cerré cuidadosamente la tapa del piano.
-Lo siento – me disculpé mientras salía de la tienda de música.
-Trata de portarte mejor – me dijo al salir y me golpeó suavemente la cabeza.
Extrañamente me sentía querido trabajando en Smoothie House. Cuando volví a ingresar tomé la bandeja de donde la había dejado y me fui a atender a la mesa más cercana, donde había dos chicas sentadas.
-¿Qué puedo servirles? – pregunté amablemente a las chicas. Una de ellas estaba mirando la carta muy concentrada, pero la otra me miró directo a los ojos.
-A ti… - respondió, logrando que sonriera avergonzado.
-Lo siento, no estoy en el menú – le contesté recomponiéndome.
-Una lástima – dijo ella sonriendo también.
-¡Hey niño! ¿Dónde estabas? – me preguntó un compañero de trabajo mientras limpiaba una mesa cercana a la que yo estaba atendiendo.
-En donde te había dicho – contesté mientras le tomaba la orden a las chicas.
-Dije que podría cubrirte por cinco minutos muchacho, no todo un concierto – se acercó a mí y me alborotó el pelo.
-Calla ya Jerry. Quizá me emocioné un poco tocando, pero no fue para tanto –
-Tal vez no habría sido para tanto si hubiese sido la primera vez… - me contestó.
-¿Cómo está Lucy? – le pregunté una vez que los dos nos paramos frente al mostrador de la cocina.
-Mejor. Ya ha vuelto a asistir a clases – comenzó – Ahora está enojada porque ha perdido muchas explicaciones… - sonrió paternalmente.
-Tu y Jane han hecho un gran trabajo. Les salió todo un genio – comenté.
-Mesa nueve y mesa siete – dijo Stephen asomándose por el mostrador mientras afilaba un cuchillo.
-Cocinero, ¿puedes afilar tu arma lejos de mi vista? – le dijo Jerry sonriendo.
El resto de la jornada fue bastante tranquila. Era lunes, por lo tanto no teníamos tanta clientela. Cuando acabó mi turno me dispuse a volver a mi hogar. Bueno, al menos podía llamarlo “casa”.
Durante todo el trayecto pensé en mamá. Hacía un mes y medio que me había marchado de mi hogar. Hacía un mes y medio que no veía ni a mis padres ni a mis hermanos. Si bien había recibido llamadas de los cuatro, casi nunca coincidíamos en los horarios. Era algo triste a decir verdad. Pero ya me estaba acostumbrando. Además era fácil convivir con Shane.
Cuando llegué no había nadie, lo cual era muy extraño. Verán, Shane es una persona muy sociable, y siempre trae amigos a casa. Sobre todo ahora que la mayoría de sus compañeros de la universidad están de vacaciones. Shane también podría estarlo, pero según él “necesitaba reforzar conocimientos”, por lo que se anotó al curso de verano que dictaba la universidad.
-Sólo nos quedamos tú y yo – le dije al televisor al tiempo que me sentaba frente a él en el sillón de dos cuerpos.
Paseé por todos los canales varias veces, en un intento fallido de encontrar algo decente para ver. Me resigné y apagué la tele en cuanto llegué al canal tres por quinta vez. Me quedé sentado un rato ahí, con el televisor apagado, en completo silencio.
Sin distracciones no podía hacer otra cosa más que pensar en mi familia.
-Todo se arreglará en cuanto esto salga bien – me dije a mi mismo, poco convencido de mis propias palabras.
No podía esperar más que éxito de este proyecto. De él dependía mi vida, mi sueño. Todo. Pasé ambas manos por mi rostro y luego por mi cabello. De repente me sentía tan frustrado. Y al mismo tiempo temía que en serio no funcionara. Tomé una gran bocanada de aire y me levanté del sillón.
-¿Y ahora qué hago? – me pregunté rascándome distraídamente la nuca.
Mirando para todos lados divisé mi guitarra acústica tirada a un lado.
-Te abandoné – le dije tomándola.
Volví a sentarme en el sillón. La coloqué en la posición correcta y me fijé si estaba a tono. “Re” estaba desafinada, como siempre.
-Saliste descarriada, como yo. Ambos somos los cuartos… - me reí de mi propio chiste. Fue algo triste, pero como nadie podía verme, sonreí sin vergüenza.
De pronto, mientras estaba tocando “Eleanor Rigby”, se abrió la puerta.
-¡No podrás creerlo, Brendon! – gritó las voz de Shane mientras cerraba la puerta.
-¿De qué hablas, amigo? – pregunté nada sorprendido y con media sonrisa en el rostro. Para Shane, yo nunca podría creer nada que él hubiese descubierto.
-¡Conocí a la persona que saca las fotos más profesionales del mundo! – gritó mientras se acercaba a mí.
-Creí que ese eras tú… - le dije.
-No, no. Escucha, esta chica no tiene precio. Será la mejor. Y pronto – se veía realmente emocionado.
Si había algo que de verdad era primordial en la vida de Shane era la fotografía. En todos sus aspectos. Era su adoración. Nada importaba mientras él tuviese su cámara en mano. Es un poco cómo me siento yo respecto a la música. Ésa es otra de las razones por las cuales Shane es un gran compañero.
-¿Cómo que pronto, no es sólo un curso de verano? – le pregunté realmente sorprendido esta vez.
-Brendon, a veces eres tan tierno – me dijo mientras se sentaba a mi lado y acariciaba mi cabeza como si yo fuese un perro.
-¿Es ella acaso el amor de tu vida? – le pregunté intentando entender a qué se refería.
-Y lo sigues haciendo… - dijo él. En cuanto despegué mis labios para contestarle él continuó – Tiene dieciséis años, sería muy raro. No, es sólo una niña. Eso es lo sorprendente -
-Oh… - dije, sin saber qué decir.
-Pero es bonita, quizá a ti te guste – continuó.
-No tengo tiempo Shane, soy un hombre ocupado -
-Niño… - me corrigió.
-Joven… – intenté negociar.
-Joven niño – sentenció Shane mientras se levantaba.
-Lo que sea… Mi trabajo y la banda ya me consumen suficiente tiempo… - le dije reanudando la canción.
-¿Preparo la cena? – preguntó desde la cocina.
-¿Necesitas mi ayuda? – le pregunté sin dejar de tocar la canción.
-No. Luego te aviso cuando haya que ordenar la mesa – me dijo – Mientras tanto sigue cantando… - agregó.
-De acuerdo – contesté.
Me quedé mirando la guitarra por un tiempo, mientras pensaba qué canción podía tocar. Como no se me ocurrió ninguna, pregunté.
-¿Qué canción puedo tocar para usted, señor? –
-Tal vez una de la banda a la que perteneces, ¿te parece? – preguntó Shane tras reírse por el modo en que anuncié mi pregunta.
-De acuerdo, pero no es mi culpa si no te gusta… - le avisé.
Comencé a tocar la canción y a cantarla. Algunas partes tuve que inventarlas yo mismo porque no recordaba cómo cantarla. Además también tarareé otras partes de la canción, puesto que no recordaba la letra. En definitiva, si hubiese estado dando un concierto en vivo me habrían arrojado lo que sea que el público hubiera tenido a mano.
-¿Quién escribió esa canción? – preguntó Shane saliendo de la cocina con un delantal puesto y una gran cuchilla en la mano.
-Estás para película de madre sádica – comenté al mirarlo – La escribió el cantante de la banda. Es un chico que no tuvo un pasado muy feliz. Ya sabes, problemas con los padres… - dije sin darle mucha atención.
-Ya veo. Pobre chico… - dijo Shane pensativo - ¿Qué haces mañana? – preguntó mientras se metía de nuevo a la cocina.
Yo me levanté y fui tras él con la guitarra en una mano.
-Mañana tengo ensayo – le dije parado desde el umbral de la puerta.
-Pero mañana es día de semana –
-¿Y entonces? – le pregunté confundido.
-Creí que uno de los chicos de la banda aún asistía a la universidad – dijo sin dejar de cortar zanahoria.
-Mañana termina temprano, nos juntaremos luego de sus clases – expliqué.
-¿Llegarás muy tarde? – no pude evitar sofocar una risa.
-Shane, ya suenas como mi madre – le dije ahora riendo.
-¿Es un crimen preocuparme por ti? – me preguntó con aire paternal.
-¡Tengo dieciocho años Shane! – exclamé.
-Siento haberme encariñado contigo, ¿de acuerdo? Ya puedes ser atropellado por un camión ahora… - me dijo burlón.
-Llevamos un mes y medio viviendo juntos, amigo… -
-Me encariño con la gente y punto, Urie… - me dijo sin mirarme.
-Además, tú tienes veinte años, no eres mucho más adulto que yo – le reproché.
-Tal vez no biológicamente… - susurró.
-¿Qué se supone que quiere decir eso, muchacho responsable? – le pregunté burlón.
-Nada, sólo que es divertido fastidiarte – me dijo - ¿Quieres traer a tus amigos de la banda a cenar mañana? – preguntó luego.
-Shane, eres tan extraño – dije dejando al guitarra a un lado y entrando a la cocina.
-¿Quieres o no? – preguntó de nuevo mientras yo me disponía a ordenar la mesa.
-De acuerdo, pero no hagas nada extraño. Y otra cosa… - comenté mientras buscaba los vasos – Ellos sí comen carne. Hay que preparar algo mejor para comer que un revuelto de verduras… - recomendé.
-Por su puesto cariño. Lo que sea por la felicidad de mi niño – dijo más burlón que nunca.
-¡Deja de molestar Shane! – le dije con una sonrisa en el rostro – ¿O quieres que vuele de este nido también? – amenacé en chiste.
-¡Jamás! Me debes dos rentas enano – me dijo poniéndose serio de repente
-Te dije que pagaría este mes yo solo – le dije poniéndome serio también.
-Te agarré – me dijo riendo.
-No hagas eso de nuevo, ya sabes cómo soy con eso del dinero… - le dije.
-Lo siento… - dijo sin dejar de sonreír.
La cena estuvo muy rica, como siempre. Shane era bueno para la cocina.
Luego de cenar nos fuimos directo a dormir. Ambos estábamos cansados y durante la comida hablamos mucho.
Mañana al fin ensayo de nuevo. No podía esperar a que se haga la hora.
Suspiré resignado y cerré cuidadosamente la tapa del piano.
-Lo siento – me disculpé mientras salía de la tienda de música.
-Trata de portarte mejor – me dijo al salir y me golpeó suavemente la cabeza.
Extrañamente me sentía querido trabajando en Smoothie House. Cuando volví a ingresar tomé la bandeja de donde la había dejado y me fui a atender a la mesa más cercana, donde había dos chicas sentadas.
-¿Qué puedo servirles? – pregunté amablemente a las chicas. Una de ellas estaba mirando la carta muy concentrada, pero la otra me miró directo a los ojos.
-A ti… - respondió, logrando que sonriera avergonzado.
-Lo siento, no estoy en el menú – le contesté recomponiéndome.
-Una lástima – dijo ella sonriendo también.
-¡Hey niño! ¿Dónde estabas? – me preguntó un compañero de trabajo mientras limpiaba una mesa cercana a la que yo estaba atendiendo.
-En donde te había dicho – contesté mientras le tomaba la orden a las chicas.
-Dije que podría cubrirte por cinco minutos muchacho, no todo un concierto – se acercó a mí y me alborotó el pelo.
-Calla ya Jerry. Quizá me emocioné un poco tocando, pero no fue para tanto –
-Tal vez no habría sido para tanto si hubiese sido la primera vez… - me contestó.
-¿Cómo está Lucy? – le pregunté una vez que los dos nos paramos frente al mostrador de la cocina.
-Mejor. Ya ha vuelto a asistir a clases – comenzó – Ahora está enojada porque ha perdido muchas explicaciones… - sonrió paternalmente.
-Tu y Jane han hecho un gran trabajo. Les salió todo un genio – comenté.
-Mesa nueve y mesa siete – dijo Stephen asomándose por el mostrador mientras afilaba un cuchillo.
-Cocinero, ¿puedes afilar tu arma lejos de mi vista? – le dijo Jerry sonriendo.
El resto de la jornada fue bastante tranquila. Era lunes, por lo tanto no teníamos tanta clientela. Cuando acabó mi turno me dispuse a volver a mi hogar. Bueno, al menos podía llamarlo “casa”.
Durante todo el trayecto pensé en mamá. Hacía un mes y medio que me había marchado de mi hogar. Hacía un mes y medio que no veía ni a mis padres ni a mis hermanos. Si bien había recibido llamadas de los cuatro, casi nunca coincidíamos en los horarios. Era algo triste a decir verdad. Pero ya me estaba acostumbrando. Además era fácil convivir con Shane.
Cuando llegué no había nadie, lo cual era muy extraño. Verán, Shane es una persona muy sociable, y siempre trae amigos a casa. Sobre todo ahora que la mayoría de sus compañeros de la universidad están de vacaciones. Shane también podría estarlo, pero según él “necesitaba reforzar conocimientos”, por lo que se anotó al curso de verano que dictaba la universidad.
-Sólo nos quedamos tú y yo – le dije al televisor al tiempo que me sentaba frente a él en el sillón de dos cuerpos.
Paseé por todos los canales varias veces, en un intento fallido de encontrar algo decente para ver. Me resigné y apagué la tele en cuanto llegué al canal tres por quinta vez. Me quedé sentado un rato ahí, con el televisor apagado, en completo silencio.
Sin distracciones no podía hacer otra cosa más que pensar en mi familia.
-Todo se arreglará en cuanto esto salga bien – me dije a mi mismo, poco convencido de mis propias palabras.
No podía esperar más que éxito de este proyecto. De él dependía mi vida, mi sueño. Todo. Pasé ambas manos por mi rostro y luego por mi cabello. De repente me sentía tan frustrado. Y al mismo tiempo temía que en serio no funcionara. Tomé una gran bocanada de aire y me levanté del sillón.
-¿Y ahora qué hago? – me pregunté rascándome distraídamente la nuca.
Mirando para todos lados divisé mi guitarra acústica tirada a un lado.
-Te abandoné – le dije tomándola.
Volví a sentarme en el sillón. La coloqué en la posición correcta y me fijé si estaba a tono. “Re” estaba desafinada, como siempre.
-Saliste descarriada, como yo. Ambos somos los cuartos… - me reí de mi propio chiste. Fue algo triste, pero como nadie podía verme, sonreí sin vergüenza.
De pronto, mientras estaba tocando “Eleanor Rigby”, se abrió la puerta.
-¡No podrás creerlo, Brendon! – gritó las voz de Shane mientras cerraba la puerta.
-¿De qué hablas, amigo? – pregunté nada sorprendido y con media sonrisa en el rostro. Para Shane, yo nunca podría creer nada que él hubiese descubierto.
-¡Conocí a la persona que saca las fotos más profesionales del mundo! – gritó mientras se acercaba a mí.
-Creí que ese eras tú… - le dije.
-No, no. Escucha, esta chica no tiene precio. Será la mejor. Y pronto – se veía realmente emocionado.
Si había algo que de verdad era primordial en la vida de Shane era la fotografía. En todos sus aspectos. Era su adoración. Nada importaba mientras él tuviese su cámara en mano. Es un poco cómo me siento yo respecto a la música. Ésa es otra de las razones por las cuales Shane es un gran compañero.
-¿Cómo que pronto, no es sólo un curso de verano? – le pregunté realmente sorprendido esta vez.
-Brendon, a veces eres tan tierno – me dijo mientras se sentaba a mi lado y acariciaba mi cabeza como si yo fuese un perro.
-¿Es ella acaso el amor de tu vida? – le pregunté intentando entender a qué se refería.
-Y lo sigues haciendo… - dijo él. En cuanto despegué mis labios para contestarle él continuó – Tiene dieciséis años, sería muy raro. No, es sólo una niña. Eso es lo sorprendente -
-Oh… - dije, sin saber qué decir.
-Pero es bonita, quizá a ti te guste – continuó.
-No tengo tiempo Shane, soy un hombre ocupado -
-Niño… - me corrigió.
-Joven… – intenté negociar.
-Joven niño – sentenció Shane mientras se levantaba.
-Lo que sea… Mi trabajo y la banda ya me consumen suficiente tiempo… - le dije reanudando la canción.
-¿Preparo la cena? – preguntó desde la cocina.
-¿Necesitas mi ayuda? – le pregunté sin dejar de tocar la canción.
-No. Luego te aviso cuando haya que ordenar la mesa – me dijo – Mientras tanto sigue cantando… - agregó.
-De acuerdo – contesté.
Me quedé mirando la guitarra por un tiempo, mientras pensaba qué canción podía tocar. Como no se me ocurrió ninguna, pregunté.
-¿Qué canción puedo tocar para usted, señor? –
-Tal vez una de la banda a la que perteneces, ¿te parece? – preguntó Shane tras reírse por el modo en que anuncié mi pregunta.
-De acuerdo, pero no es mi culpa si no te gusta… - le avisé.
Comencé a tocar la canción y a cantarla. Algunas partes tuve que inventarlas yo mismo porque no recordaba cómo cantarla. Además también tarareé otras partes de la canción, puesto que no recordaba la letra. En definitiva, si hubiese estado dando un concierto en vivo me habrían arrojado lo que sea que el público hubiera tenido a mano.
-¿Quién escribió esa canción? – preguntó Shane saliendo de la cocina con un delantal puesto y una gran cuchilla en la mano.
-Estás para película de madre sádica – comenté al mirarlo – La escribió el cantante de la banda. Es un chico que no tuvo un pasado muy feliz. Ya sabes, problemas con los padres… - dije sin darle mucha atención.
-Ya veo. Pobre chico… - dijo Shane pensativo - ¿Qué haces mañana? – preguntó mientras se metía de nuevo a la cocina.
Yo me levanté y fui tras él con la guitarra en una mano.
-Mañana tengo ensayo – le dije parado desde el umbral de la puerta.
-Pero mañana es día de semana –
-¿Y entonces? – le pregunté confundido.
-Creí que uno de los chicos de la banda aún asistía a la universidad – dijo sin dejar de cortar zanahoria.
-Mañana termina temprano, nos juntaremos luego de sus clases – expliqué.
-¿Llegarás muy tarde? – no pude evitar sofocar una risa.
-Shane, ya suenas como mi madre – le dije ahora riendo.
-¿Es un crimen preocuparme por ti? – me preguntó con aire paternal.
-¡Tengo dieciocho años Shane! – exclamé.
-Siento haberme encariñado contigo, ¿de acuerdo? Ya puedes ser atropellado por un camión ahora… - me dijo burlón.
-Llevamos un mes y medio viviendo juntos, amigo… -
-Me encariño con la gente y punto, Urie… - me dijo sin mirarme.
-Además, tú tienes veinte años, no eres mucho más adulto que yo – le reproché.
-Tal vez no biológicamente… - susurró.
-¿Qué se supone que quiere decir eso, muchacho responsable? – le pregunté burlón.
-Nada, sólo que es divertido fastidiarte – me dijo - ¿Quieres traer a tus amigos de la banda a cenar mañana? – preguntó luego.
-Shane, eres tan extraño – dije dejando al guitarra a un lado y entrando a la cocina.
-¿Quieres o no? – preguntó de nuevo mientras yo me disponía a ordenar la mesa.
-De acuerdo, pero no hagas nada extraño. Y otra cosa… - comenté mientras buscaba los vasos – Ellos sí comen carne. Hay que preparar algo mejor para comer que un revuelto de verduras… - recomendé.
-Por su puesto cariño. Lo que sea por la felicidad de mi niño – dijo más burlón que nunca.
-¡Deja de molestar Shane! – le dije con una sonrisa en el rostro – ¿O quieres que vuele de este nido también? – amenacé en chiste.
-¡Jamás! Me debes dos rentas enano – me dijo poniéndose serio de repente
-Te dije que pagaría este mes yo solo – le dije poniéndome serio también.
-Te agarré – me dijo riendo.
-No hagas eso de nuevo, ya sabes cómo soy con eso del dinero… - le dije.
-Lo siento… - dijo sin dejar de sonreír.
La cena estuvo muy rica, como siempre. Shane era bueno para la cocina.
Luego de cenar nos fuimos directo a dormir. Ambos estábamos cansados y durante la comida hablamos mucho.
Mañana al fin ensayo de nuevo. No podía esperar a que se haga la hora.
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