CAPITULO 16: “HOPE YOU DIDN’T EXPECT TO GET ALL OF THE ATTENTION”

Antes de continuar la historia, me gustaría explicar que el título está dedicado, tanto para alguien muy especial, como para mí mismo…
Para cuando salí de Smoothie House el siete de noviembre, no sólo me estaba esperando Violet; sino también Ryan, Jac, Brent, y Spencer con sus hermanitas.
-¿Así que hoy es el cumpleaños de tu novia? – me preguntó Alice horas antes de mi salida del trabajo.
-Sí, es su cumpleaños – respondí sin ánimos de dar batalla por su errado “tu novia”.
-¿No vas a atacarme? – me preguntó acercándose.
No había casi nadie en Smoothie House. Si les digo que a lo largo de nuestro turno se llenaron catorce mesas, les estaría mintiendo.
-No estoy de humor, Alice… - contesté simplemente.
-Quizá hoy sea tu día, Boyd. ¿Piernitas está invitado? – preguntó luego.
-¿Quién? – estaba desorientado viendo a la nueva mesera volverse loca con dos mesas.
Era sólo una niña, pero eran sólo dos mesas también. Se preguntarán por qué tenemos una nueva compañera. Es que al fin a Jerry se le dio y pudo renunciar a Smoothie House para volver a pensar en grande. A veces lo cruzábamos por la calle. Y el resto de las veces íbamos, Alice y yo, a visitarlo a su casa. Tanto como para reírnos con él, como para cuidar a Lucy; Alice le había insistido en que no gaste plata en una niñera que lo único que iba a hacer era que a fin de mes la cuenta del teléfono sea impagable.
-Ryan… ¿Va a estar ahí? – repreguntó Alice.
-Sí, y también va a estar su novia – contesté - ¿No crees que deberíamos ayudarla? –
-¿Bromeas? – contestó Alice riendo – Es todo un espectáculo. Además… - continuó – A mí no me ayudó nadie el primer día… -
-¡Jerry y yo lo hubiésemos hecho! Pero no estabas en nuestro turno – repliqué, demasiado a la defensiva.
-¿A ti te ayudaron? – preguntó luego de un rato.
-No… - contesté. Me tomé mi tiempo; estaba pensando si era mejor decirle la verdad, o mentirle y decirle que me habían ayudado. Sólo para que se sienta mal. Al fin opté por la verdad. Ya que descubrí que lo único que hubiese logrado al mentirle sería que: además de seguirse riendo de la pobre chica, encima se ría de mí por haber recibido ayuda.
-Pobre Boyd, siempre tan solitario – dijo haciendo pucherito. Pero no le duró mucho, pues su risa malvada no tardó en reaparecer.
-Espero que te incluyas en mi soledad, Alice… - le dije yo.
-Ay, cásate con la mesera nueva, Boyd… - espetó ella antes de irse a atender una mesa que acababa de ser ocupada.
-¿Necesitas ayuda? – le pregunté acercándome a la chica nueva mientras ella limpiaba una mesa.
-No, gracias. Creo que puedo arreglármelas sola… - contestó. Fue rudo, pero la sonrisa en su rostro suavizó el significado de sus palabras.
Era una chica sencilla, con el pelo rubio oscuro y largo atado en una cola de caballo. Tenía los ojos marrón oscuro, una sonrisa muy bonita, y una dentadura perfecta y blanca.
-De acuerdo. Si alguna vez la necesitas, mi nombre es Brendon y la chica que se ríe detrás de mí se llama Alice. No te dejes engañar por su rostro, es malvada hasta los huesos… - dije sin realmente mirarla.
-¿Cómo sabías que ella se reía? – me preguntó riendo.
-Es lo que siempre hace. Se ríe de mí y me llama por mi segundo nombre… - expliqué.
-Qué divertido… - observó.
-¡Urie! ¡Ven acá un momento!– la voz de Stephen sonó desde la cocina. “¿Qué podría querer él de mí en este momento?”, me pregunté.
-Urie es mi apellido… - comenté mientras me alejaba hacia la cocina.
-Mi nombre es Haley – exclamó ella en voz baja.

El resto del día se me pasó en un abrir y cerrar de ojos. La verdad, no tenía ganas de preparar una fiesta para Emily, sabiendo que a ella realmente no le gustaba ser atendida el día de su cumpleaños y que Ryan estaría ahí para hacerme desaparecer. ¿Cuánto duraría su felicidad y agradecimiento hacia mí? ¿Diez minutos? ¿Quince tal vez? Me iba a dejar tirado el resto de la tarde-noche. Jac ya no era suficiente distracción para ella, porque se habían hecho amigas. O al menos se llevaban bien. No podía evitarlo, es que Jac era realmente amable.
Por otro lado estaba Violet. Ella no me abandonaría. Aunque luego de ver cómo se llevaba de bien con Spencer y Brent, mi esperanza se borró. Me encantaría poder llevar a Alice, y ella estaría encantada (por eso no le dije nada), pero sabía que no era adecuado. Iba a ser una fiesta algo “familiar”, por decirlo de alguna manera.
Pensaba en esto mientras salía, y cuando vi a los chicos se me vino el mundo abajo. “¿De dónde salió tanta negatividad?”, me sorprendí a mí mismo pensando. Sacudí mi cabeza para despejar esas ideas, y crucé la calle pensando: “Al menos tengo a las hermanitas de Spencer. Me sentiré como en casa…”
-¡Hola Bren! – me saludó Violet.
-¿Acabas de llamarme “Bren”? – le pregunté sorprendido – Hola chicos… - saludé al resto.
-¿Está mal? – me preguntó Violet sonriendo.
-Ellas son Crystal y Jackie – dijo Spencer señalando a sus hermanitas – Él es Brendon, chicas... – agregó.
-¡Hola! – las saludé agitando una mano en el aire. Crystal sonrió, y Jackie se escondió detrás de su hermano. – No está mal, es sólo que estoy acostumbrado a que me llames “Urie” – le dije a Violet sonriéndole.
Los siete nos dirigimos a la casa de Emily; su madre nos estaba esperando en la puerta.
-¡Hola Helen! – saludó Violet.
-Violet, ¿qué tal? – contestó ella, y luego miró al resto de nosotros con el ceño fruncido.
-Buen día señora Williams – saludé yo.
-Buen día Brendon – respondió ella dedicándome una sonrisa paternal – No te repetiré que me llames “Helen” – agregó mientras abría más la puerta para abrirnos paso.
Arreglamos todo bastante rápido. Porque no arreglamos nada, en verdad. Sólo servimos la comida y la ordenamos sobre la mesa del comedor. Habíamos ido a comprarla en el camino, como éramos bastantes pudimos traerla toda en un solo viaje. La madre de Emily no nos había dejado comprar o hacer la torta (si bien Violet se había ofrecido repetidas veces).
Para cuando llegó Emily estábamos todos en el living, menos su madre, que la estaba esperando en la puerta.
Las voces se escuchaban claras.
-Hola, mamá… –
-¡Feliz cumpleaños, hija! Tengo una sorpresa para ti… –
Emily llegó con los ojos tapados por su madre, que venía caminando detrás de ella tapándole la vista con las manos. Sentado en el piano comencé a tocar el “feliz cumpleaños”. Cuando empezamos a cantar, su madre la dejó ver.
Al principio pareció que lloraría, y no precisamente de felicidad. Pero al rato comenzó a reírse a carcajadas.
Nos acercamos de a uno para saludarla y abrazarla.
-¡Esto fue tu idea! – me gritó abrazándome. Me había dejado para el final.
-¡Feliz cumpleaños! – grité yo primero y luego agregué – Para nada. Fue idea de Violet… -
-Esa mequetrefe… - susurró entrecerrando los ojos.
-¿Por qué me dejaste hasta el final? – quise saber, una vez que rompimos el abrazo.
-Porque eres mi mejor amigo, Brendon… A veces haces preguntas tan obvias… - respondió.
“De acuerdo, nada puede hacerme sentirme peor ahora”, pensé.
Luego de saludarnos, y tal como había predicho, se fue a corretear tras Ryan.
-¿Brendon, qué otras cosas puedes tocar en el piano? – me preguntó Crystal jalándome la manga de la camisa.
-Muchas otras cosas… - contesté sin saber qué contestarle exactamente.
-¡Brendon! – me llamó la madre de Emily - ¿Podrías tocar de nuevo la canción de Robert? – preguntó haciéndose camino a través de la gente para llegar hasta dónde yo estaba.
-Claro… - contesté. ¿Le iba a decir que no? Jamás, no era conveniente. Pero la verdad, no tenía ganas de estar ahí. Ya no más.
Pero, como perrito obediente que soy me acerqué al piano una vez más. Las partituras seguían ahí, abiertas en la parte que Matt aún no podía dominar. Las acomodé desde le principio y comencé a tocar.
Alguien se sentó a mi lado. Por el rabillo del ojo vi que era Violet. “¿Por qué tuve la esperanza que podía ser Emily?”, pregunté. “¡Qué tonto soy!”. Sonreí ante mi estupidez.
Violet me miró y dijo:
-¿Por qué siempre te ves tan pensativo? – era un pregunta que no esperaba respuesta. Además, no podía dársela; estaba muy concentrado tocando la pieza.
Cuando terminé de tocar, la mamá de Emily me aplaudió, al igual que las hermanitas de Spencer.
-Tocas muy bien – dijo Violet echándose el pelo hacia atrás.
-¿Tu crees? – le pregunté yo mirándola a los ojos.
-Tú siempre tan modesto… - me dijo sonriendo.
Me había quedado embelezado mirando sus ojos. Tan diferentes e iguales a la vez. El rostro le brillaba de una manera muy extraña, como si la luz que la alcanzara en vez de reflejarse, la penetrara. Violet tenía luz propia, y sus labios se curvaban en una sonrisa de lo más tierna.
En estas últimas semanas nos habíamos conocido más. Y yo había descubierto en ella una chica con una ácida diversión.
Mirándola ahí, sentada a mi lado, sonriéndome, no pude evitarlo. Sin notarlo me acerqué de a poco a su rostro. No sé por qué lo hice, ni en qué estaba pensando, pero yo… Yo la besé.

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