Capítulo 6 (extracto)
-Encontré el vestido ideal para ti amiga… - me dijo con una sonrisa enorme.
La vi ahí parada, con tan sólo dos vestidos en el brazo. Y supuse que uno era para ella.
-¿Te confieso algo? Creí que ibas a venir escondida tras una montaña de vestidos y tendría que reconocerte por tus zapatillas. – confesé.
-Claro que no. Encontré justo lo que estaba buscando – contestó. Ay, la sonrisa no se borraría hasta el baile.
-¿Por qué le dijiste a la chica que era nuestra graduación? Estamos en Octubre, ¿qué adolescente psicótico compraría su vestido de graduación para esta época? – pregunté en un susurro.
-A: le pregunté para ver si al menos se apiadaba de nosotras y nos daba un buen consejo. Pero no funcionó. Y, b: debe haber alguna que venga a comprarse el vestido ahora porque no hizo ninguna pregunta extraña…
-O tal vez, simplemente quiere vender vestidos – objeté.
-Tal vez… Ve a probarte el tuyo y luego te muestro el mío – me ordenó tendiéndome un vestido rojo.
-¿Rojo? ¡Acaso estás loca! – me quejé. - ¿Y cómo es que “luego me muestras el tuyo”? ¿Te lo probaste sin mí? – pregunté haciéndome la dolida.
-Claro que no, pero puedo imaginarme dentro de él, eso es todo. Y John no dirá nada por el rojo, no te preocupes. Estará muy ocupado por la espalda.
-¡Amy!
-¡Ay, ya! ¡Ve a probártelo! – me gritó mientras me empujaba hacia los probadores.
Ella vino detrás de mí, pero no se metió conmigo, gracias a Dios. Me estaba poniendo el vestido cuando oí la voz que odiaba.
-¡Watkins! Qué raro tú en una tienda de segunda mano… -
-Si es de segunda mano ¿qué buscas aquí Simmons? – inquirió mi amiga.
Ya me las imaginaba: Karim mirando a Amy con aire ganador, alzando una ceja y chequeando su manicura. Mientras que Amy la miraba desde abajo con los brazos en jarra y el ceño fruncido. Era una imagen de lo más graciosa.
-En realidad estaba de paso, y como te ví a través de la vidriera, no pude contener el impulso de molestarte.
-Eres tan cruel – el tono sarcástico de Amy me decía que Uriel le había estado enseñando cómo atacar con la palabra.
-Además me llené de curiosidad por algo – contestó Karim, esto no era bueno.
Amy contestó con silencio.
-No sabía que aquí hacían ropa para enanos.
-No sé si para enanos, pero definitivamente no para anoréxicas. Deja de molestarla, Karim – Uriel contraataca. Esperen. Uriel no estaba ahí antes; esto se estaba poniendo de lo más bueno y yo aquí encerrada luchando contra mi propio vestido. No era justo.
-Oh, no puedes salir a ningún lado sin tu noviecito protector ¿verdad? - y Karim seguía luchando. ¿Cuándo iba a entender que la aparición de Uriel era su pie para largarse?
-¿No tienes algo que vomitar? – Uriel, mi buen amigo.
Karim no contestó, pero escuché el ruido de sus tacones sobre el piso de madera de la tienda. Eso significaba que se había ido. Uriel: 2 – Karim: 0. Qué divertido.
La vi ahí parada, con tan sólo dos vestidos en el brazo. Y supuse que uno era para ella.
-¿Te confieso algo? Creí que ibas a venir escondida tras una montaña de vestidos y tendría que reconocerte por tus zapatillas. – confesé.
-Claro que no. Encontré justo lo que estaba buscando – contestó. Ay, la sonrisa no se borraría hasta el baile.
-¿Por qué le dijiste a la chica que era nuestra graduación? Estamos en Octubre, ¿qué adolescente psicótico compraría su vestido de graduación para esta época? – pregunté en un susurro.
-A: le pregunté para ver si al menos se apiadaba de nosotras y nos daba un buen consejo. Pero no funcionó. Y, b: debe haber alguna que venga a comprarse el vestido ahora porque no hizo ninguna pregunta extraña…
-O tal vez, simplemente quiere vender vestidos – objeté.
-Tal vez… Ve a probarte el tuyo y luego te muestro el mío – me ordenó tendiéndome un vestido rojo.
-¿Rojo? ¡Acaso estás loca! – me quejé. - ¿Y cómo es que “luego me muestras el tuyo”? ¿Te lo probaste sin mí? – pregunté haciéndome la dolida.
-Claro que no, pero puedo imaginarme dentro de él, eso es todo. Y John no dirá nada por el rojo, no te preocupes. Estará muy ocupado por la espalda.
-¡Amy!
-¡Ay, ya! ¡Ve a probártelo! – me gritó mientras me empujaba hacia los probadores.
Ella vino detrás de mí, pero no se metió conmigo, gracias a Dios. Me estaba poniendo el vestido cuando oí la voz que odiaba.
-¡Watkins! Qué raro tú en una tienda de segunda mano… -
-Si es de segunda mano ¿qué buscas aquí Simmons? – inquirió mi amiga.
Ya me las imaginaba: Karim mirando a Amy con aire ganador, alzando una ceja y chequeando su manicura. Mientras que Amy la miraba desde abajo con los brazos en jarra y el ceño fruncido. Era una imagen de lo más graciosa.
-En realidad estaba de paso, y como te ví a través de la vidriera, no pude contener el impulso de molestarte.
-Eres tan cruel – el tono sarcástico de Amy me decía que Uriel le había estado enseñando cómo atacar con la palabra.
-Además me llené de curiosidad por algo – contestó Karim, esto no era bueno.
Amy contestó con silencio.
-No sabía que aquí hacían ropa para enanos.
-No sé si para enanos, pero definitivamente no para anoréxicas. Deja de molestarla, Karim – Uriel contraataca. Esperen. Uriel no estaba ahí antes; esto se estaba poniendo de lo más bueno y yo aquí encerrada luchando contra mi propio vestido. No era justo.
-Oh, no puedes salir a ningún lado sin tu noviecito protector ¿verdad? - y Karim seguía luchando. ¿Cuándo iba a entender que la aparición de Uriel era su pie para largarse?
-¿No tienes algo que vomitar? – Uriel, mi buen amigo.
Karim no contestó, pero escuché el ruido de sus tacones sobre el piso de madera de la tienda. Eso significaba que se había ido. Uriel: 2 – Karim: 0. Qué divertido.
-¿Ya se fue? – pregunté asomando la cabeza.
-Sí – contestó Amy.
-¿Llevas un vestido puesto? – preguntó Uriel lleno de curiosidad. Les apuesto que se moría por burlarse de mí.
-No voy a salir si tú permaneces aquí – anuncié.
-Vamos, amiga – comenzó Amy – Ury no se va a burlar de ti, ¿cierto?
-Jamás – contestó Uriel, sosteniendo sus deseos desaforados de reírse en mi cara.
-Sí – contestó Amy.
-¿Llevas un vestido puesto? – preguntó Uriel lleno de curiosidad. Les apuesto que se moría por burlarse de mí.
-No voy a salir si tú permaneces aquí – anuncié.
-Vamos, amiga – comenzó Amy – Ury no se va a burlar de ti, ¿cierto?
-Jamás – contestó Uriel, sosteniendo sus deseos desaforados de reírse en mi cara.
[...]
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*Not knowing you've changed for just one bite...*
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