CAPITULO 29: “I AIM TO BE YOUR EYES”
-Cuéntame otra vez cómo hiciste para convencer a Shane de esta locura… - le pedí a Alice una vez más.
Estábamos viajando de vuelta a Los Ángeles. Ya habíamos pasado por la casa de Alice a buscar sus cosas; la había dejado sola por menos de dos minutos.
-¿Cuándo piensas llamar a Shane? – le pregunté entrando a su cuarto.
-Ya lo hice – contestó mientras tiraba algunos pantalones y un par de remeras adentro de una valija pequeña.
-¿Cuándo? – pregunté intentando recordar una Alice con un teléfono en la oreja.
-Recién, mientras estacionabas el auto – contestó, nuevamente, tirando más ropa dentro de la minúscula valija. Cada vez que agregaba algo se hacía más pequeña.
-¿Tienes alguna clase de poder sobrenatural del cual debería saber? – inquirí riéndome de la ridícula situación.
-No, por ahora. Aunque tal vez lo tenga… ¿crees que debo renunciar a Smoothie House? – preguntó luego poniendo sus brazos en jarra y mirándome.
Me quedé mirándola sin responderle.
-Brendon, esa mirada no me dice nada – anunció cerrando la valija sin siquiera ejercer algo de presión sobre ella. Sorprendente.
-Perfecto. Era justo el resultado que estaba buscando. – contesté hamacándome hacia delante y hacia atrás.
Suspiró profundamente y se quedó mirando la valija un rato.
-De todos modos creo que deberías avisar que te vas a ir por unos meses – sugerí.
-Síp… - contestó ella levantado la valija. Bueno, al menos lo intentó; porque en cuanto la arrastró fuera de la cama, Alice se cayó al suelo con un ruido seco, junto con ella. Podía ser pequeña, pero pesaba bastante.
Conduje hasta Smoothie House y esperé por Alice en el auto mientras ella le daba las nuevas al dueño.
-Ya está – dijo entrando al auto, quince minutos más tarde.
-¿Qué le dijiste? – pregunté nervioso.
-Renuncié – contestó sonriendo.
-¿Por qué? – estaba algo conmocionado, no esperaba que renunciara a su trabajo por una idea loca como esta.
-Escucha Brendon: siempre fuiste como mi hermano menor. Es más, te quiero de esa manera. Y en estos momentos siento que tengo que estar a tu lado sin importar qué, ¿de acuerdo? No más preguntas – anunció muy autoritariamente.
-Gracias, Alice. A veces olvido que eres mayor que yo – comenté encendiendo el motor del auto.
Estábamos a más de la mitad del camino entre Las Vegas y Los Ángeles.
-No hice nada milagroso con Shane, Brendon. Sólo le pregunté si podía irme a vivir con ustedes porque quería ayudarte con Emily – explicó.
-¿Le dijiste la verdad? – pregunté sorprendido.
-¿Por qué preguntas de esa manera? ¡No iba a mentirle a Shane! – contestó preocupada por mi reacción.
-Es sólo que me sorprende un poco… - contesté yo.
El resto del viaje lo hicimos prácticamente en silencio. Digo “prácticamente”, porque Alice, en realidad, se la pasó tarareando canciones de los Backstreet Boys todo el camino.
Veníamos riéndonos de no sé qué cosa cuando abrí la puerta de la casa.
-… ¡Y dijo que sí! Ese tipo está loco, te lo digo… - me decía Alice.
-Tienes toda la razón – contesté riéndome con ganas.
-¿Te fuiste a buscar a Alice? – preguntó Emily. Se veía tan extrañamente… Preocupada.
-Sí, es que… - no sabía qué contestarle, porque no sabía qué habían arreglado Shane y Alice. Nunca me contaban nada esos dos.
-Fue a buscarme, porque me mudo aquí – contestó Alice sonriendo ampliamente.
-¿Por qué? – preguntó Emily frunciendo el ceño. No le creía. Creo que era la primera persona en la vida que no le creía a Alice. Eso no era normal.
-Porque me ofrecieron un trabajo aquí. Y como el dinero aún no me alcanza para alquilar o comprar una casa propia, Shane me ofreció quedarme aquí un tiempo, hasta que consiga el dinero. Ya sabes, para no perder el empleo – explicó Alice. Y, sabiendo que era una mentira lo que estaba diciendo: se lo creí. Ése era su don.
-Oh… - contestó Emily. – Podrías haberme dicho algo, ¿no, Brendon? – me acusó.
-Es que me acabo de enterar – contesté.
-¿Cómo? Si tú fuiste a buscarla –
-Pero no sabía la razón por la que venía. Sólo sabía que venía – agregué. Estaba demasiado nervioso para mentir bien.
-¿Justo después que discutiéramos sobre V? – inquirió Emily. De repente se había iluminado y me estaba dejando ciego.
-¡Quién quiere ayudar a Alice a preparar la cena! Stephen me enseñó a preparar un platillo que es delicioso – comentó Alice llevándose a Emily de un brazo.
Por suerte esa noche Alice me salvó el pellejo. Pero no sabía qué pasaría los días siguientes.
-Tengo la solución a tus problemas, Brenny-bear – me dijo Alice entrando a mi habitación. O debería decir: “irrumpiendo” en mi habitación.
-Sabes que prefiero que me llames “Boyd” a “Brenny-bear”, ¿verdad? – dije mirándola molesto. Acababa de interrumpirme en medio de una pieza musical. Bueno, bueno, bueno. De acuerdo, sólo estaba tocando algunos acordes en el piano. Pero era mi privacidad.
-¿No me escuchaste? – preguntó Alice desesperada - ¡Tengo la solución a tus problemas! – gritó.
-No grites, recuerda que Emily también vive aquí – le advertí dejando de tocar el piano y sentándome en la orilla de mi cama.
-Se está despidiendo de su amado bajo el umbral – comentó entrelazando sus manos junto a su mejilla izquierda y haciendo ojitos, con cara de idiota.
-Basta de palabrerío, quiero escuchar la solución –
-¿Jon? – preguntamos los dos al mismo tiempo.
Sí, Jon Walker acababa de salir de debajo de mi cama. Una de las cosas más bizarras que jamás haya visto en mi corta vida.
-¿Qué haces aquí Jon? – pregunté.
-Quiero escuchar la teoría de nuestra amiga Alice – contestó sentándose a mi lado.
-Creí que estabas en Chicago – le dije frunciendo el ceño y mirándolo.
-Estaba, pero ahora estoy parando en la casa de Ross – dijo – ¡Cuenta, cuenta! –
-Un minuto – detuve a Alice, que estaba al borde de comenzar a contar su historia - ¿En lo de Ryan? ¿Por qué? –
-Porque su novia se fue de viaje por negocios y no quiere estar solo. Y sí, sonó muy gay – explicó.
-¿Qué hay de tu novia? – pregunté.
-¡¿Por qué tantas preguntas, Urie?! – exclamó Jon frustrado – Está con mi familia en Chicago. ¿Algo más? ¿Quieres una muestra de mi ADN a ver si soy el real Jonathan Jacob Walker? – preguntó levantándose la manga de la remera que llevaba puesta, exponiendo su brazo.
-No te pases de listo, Walker – le contesté – Tengo una última pregunta –
-¡Brendon! – me gritaron los dos.
-¡Les juro que es la última! – me excusé - ¿Cómo entraste? – pregunté realmente intrigado.
-Por la ventana – contestó - ¿Satisfecho? – asentí en respuesta – Bien. Alice, por favor… -
-De acuerdo: yo convenceré a Emily que Toby no es bueno para ella – dijo Alice como si estuviese anunciando un teorema que nos salvaría del calentamiento global.
-¿Quién es Toby? – preguntó Jon.
-El Jardinero – contesté.
-Ah – dijo asintiendo.
-¿Por qué ibas a hacer eso? ¿No es obvio que lo haces por mí? – pregunté dudando de su idea.
-Escucha Brendon: el tipo es una basura. La trata como si fuera un mueble en su casa. O peor. Yo trataba bien a mis muebles… - ya había comenzado a divagar.
-¡Alice! – exclamamos Jon y yo.
-¡No griten! No la merece. Y además: estoy más que segura que la engaña – terminó cruzándose de brazos.
-Alice, estás inventando – le dije volviendo a sentarme en el piano y comenzando a tocar cualquier cosa. De nuevo.
-¡No invento! – exclamó.
-No lo sé… - contesté sin dejar de dudar.
-Bueno, muchachos: fue divertido mientras duró. Pero Ryan debe estar preocupado, no sabe que estoy aquí. Así que… Me largo – anunció Jon – ¡Los quiero! – gritó antes de desaparecer por el pasillo que iba al living.
-Brendon – me dijo Alice acercándose – Tengo razón. Y voy a demostrártelo – susurró en mi oído y me alborotó el pelo.
“¿Por qué todo el mundo hace eso?”, me pregunté. “Tal vez debería cortarme el pelo”, pensé mientras comenzaba a tocar la vieja introducción de “Lying Is The Most Fun A Girl Can Have Without Taking Her Clothes Off”.
Estábamos viajando de vuelta a Los Ángeles. Ya habíamos pasado por la casa de Alice a buscar sus cosas; la había dejado sola por menos de dos minutos.
-¿Cuándo piensas llamar a Shane? – le pregunté entrando a su cuarto.
-Ya lo hice – contestó mientras tiraba algunos pantalones y un par de remeras adentro de una valija pequeña.
-¿Cuándo? – pregunté intentando recordar una Alice con un teléfono en la oreja.
-Recién, mientras estacionabas el auto – contestó, nuevamente, tirando más ropa dentro de la minúscula valija. Cada vez que agregaba algo se hacía más pequeña.
-¿Tienes alguna clase de poder sobrenatural del cual debería saber? – inquirí riéndome de la ridícula situación.
-No, por ahora. Aunque tal vez lo tenga… ¿crees que debo renunciar a Smoothie House? – preguntó luego poniendo sus brazos en jarra y mirándome.
Me quedé mirándola sin responderle.
-Brendon, esa mirada no me dice nada – anunció cerrando la valija sin siquiera ejercer algo de presión sobre ella. Sorprendente.
-Perfecto. Era justo el resultado que estaba buscando. – contesté hamacándome hacia delante y hacia atrás.
Suspiró profundamente y se quedó mirando la valija un rato.
-De todos modos creo que deberías avisar que te vas a ir por unos meses – sugerí.
-Síp… - contestó ella levantado la valija. Bueno, al menos lo intentó; porque en cuanto la arrastró fuera de la cama, Alice se cayó al suelo con un ruido seco, junto con ella. Podía ser pequeña, pero pesaba bastante.
Conduje hasta Smoothie House y esperé por Alice en el auto mientras ella le daba las nuevas al dueño.
-Ya está – dijo entrando al auto, quince minutos más tarde.
-¿Qué le dijiste? – pregunté nervioso.
-Renuncié – contestó sonriendo.
-¿Por qué? – estaba algo conmocionado, no esperaba que renunciara a su trabajo por una idea loca como esta.
-Escucha Brendon: siempre fuiste como mi hermano menor. Es más, te quiero de esa manera. Y en estos momentos siento que tengo que estar a tu lado sin importar qué, ¿de acuerdo? No más preguntas – anunció muy autoritariamente.
-Gracias, Alice. A veces olvido que eres mayor que yo – comenté encendiendo el motor del auto.
Estábamos a más de la mitad del camino entre Las Vegas y Los Ángeles.
-No hice nada milagroso con Shane, Brendon. Sólo le pregunté si podía irme a vivir con ustedes porque quería ayudarte con Emily – explicó.
-¿Le dijiste la verdad? – pregunté sorprendido.
-¿Por qué preguntas de esa manera? ¡No iba a mentirle a Shane! – contestó preocupada por mi reacción.
-Es sólo que me sorprende un poco… - contesté yo.
El resto del viaje lo hicimos prácticamente en silencio. Digo “prácticamente”, porque Alice, en realidad, se la pasó tarareando canciones de los Backstreet Boys todo el camino.
Veníamos riéndonos de no sé qué cosa cuando abrí la puerta de la casa.
-… ¡Y dijo que sí! Ese tipo está loco, te lo digo… - me decía Alice.
-Tienes toda la razón – contesté riéndome con ganas.
-¿Te fuiste a buscar a Alice? – preguntó Emily. Se veía tan extrañamente… Preocupada.
-Sí, es que… - no sabía qué contestarle, porque no sabía qué habían arreglado Shane y Alice. Nunca me contaban nada esos dos.
-Fue a buscarme, porque me mudo aquí – contestó Alice sonriendo ampliamente.
-¿Por qué? – preguntó Emily frunciendo el ceño. No le creía. Creo que era la primera persona en la vida que no le creía a Alice. Eso no era normal.
-Porque me ofrecieron un trabajo aquí. Y como el dinero aún no me alcanza para alquilar o comprar una casa propia, Shane me ofreció quedarme aquí un tiempo, hasta que consiga el dinero. Ya sabes, para no perder el empleo – explicó Alice. Y, sabiendo que era una mentira lo que estaba diciendo: se lo creí. Ése era su don.
-Oh… - contestó Emily. – Podrías haberme dicho algo, ¿no, Brendon? – me acusó.
-Es que me acabo de enterar – contesté.
-¿Cómo? Si tú fuiste a buscarla –
-Pero no sabía la razón por la que venía. Sólo sabía que venía – agregué. Estaba demasiado nervioso para mentir bien.
-¿Justo después que discutiéramos sobre V? – inquirió Emily. De repente se había iluminado y me estaba dejando ciego.
-¡Quién quiere ayudar a Alice a preparar la cena! Stephen me enseñó a preparar un platillo que es delicioso – comentó Alice llevándose a Emily de un brazo.
Por suerte esa noche Alice me salvó el pellejo. Pero no sabía qué pasaría los días siguientes.
-Tengo la solución a tus problemas, Brenny-bear – me dijo Alice entrando a mi habitación. O debería decir: “irrumpiendo” en mi habitación.
-Sabes que prefiero que me llames “Boyd” a “Brenny-bear”, ¿verdad? – dije mirándola molesto. Acababa de interrumpirme en medio de una pieza musical. Bueno, bueno, bueno. De acuerdo, sólo estaba tocando algunos acordes en el piano. Pero era mi privacidad.
-¿No me escuchaste? – preguntó Alice desesperada - ¡Tengo la solución a tus problemas! – gritó.
-No grites, recuerda que Emily también vive aquí – le advertí dejando de tocar el piano y sentándome en la orilla de mi cama.
-Se está despidiendo de su amado bajo el umbral – comentó entrelazando sus manos junto a su mejilla izquierda y haciendo ojitos, con cara de idiota.
-Basta de palabrerío, quiero escuchar la solución –
-¿Jon? – preguntamos los dos al mismo tiempo.
Sí, Jon Walker acababa de salir de debajo de mi cama. Una de las cosas más bizarras que jamás haya visto en mi corta vida.
-¿Qué haces aquí Jon? – pregunté.
-Quiero escuchar la teoría de nuestra amiga Alice – contestó sentándose a mi lado.
-Creí que estabas en Chicago – le dije frunciendo el ceño y mirándolo.
-Estaba, pero ahora estoy parando en la casa de Ross – dijo – ¡Cuenta, cuenta! –
-Un minuto – detuve a Alice, que estaba al borde de comenzar a contar su historia - ¿En lo de Ryan? ¿Por qué? –
-Porque su novia se fue de viaje por negocios y no quiere estar solo. Y sí, sonó muy gay – explicó.
-¿Qué hay de tu novia? – pregunté.
-¡¿Por qué tantas preguntas, Urie?! – exclamó Jon frustrado – Está con mi familia en Chicago. ¿Algo más? ¿Quieres una muestra de mi ADN a ver si soy el real Jonathan Jacob Walker? – preguntó levantándose la manga de la remera que llevaba puesta, exponiendo su brazo.
-No te pases de listo, Walker – le contesté – Tengo una última pregunta –
-¡Brendon! – me gritaron los dos.
-¡Les juro que es la última! – me excusé - ¿Cómo entraste? – pregunté realmente intrigado.
-Por la ventana – contestó - ¿Satisfecho? – asentí en respuesta – Bien. Alice, por favor… -
-De acuerdo: yo convenceré a Emily que Toby no es bueno para ella – dijo Alice como si estuviese anunciando un teorema que nos salvaría del calentamiento global.
-¿Quién es Toby? – preguntó Jon.
-El Jardinero – contesté.
-Ah – dijo asintiendo.
-¿Por qué ibas a hacer eso? ¿No es obvio que lo haces por mí? – pregunté dudando de su idea.
-Escucha Brendon: el tipo es una basura. La trata como si fuera un mueble en su casa. O peor. Yo trataba bien a mis muebles… - ya había comenzado a divagar.
-¡Alice! – exclamamos Jon y yo.
-¡No griten! No la merece. Y además: estoy más que segura que la engaña – terminó cruzándose de brazos.
-Alice, estás inventando – le dije volviendo a sentarme en el piano y comenzando a tocar cualquier cosa. De nuevo.
-¡No invento! – exclamó.
-No lo sé… - contesté sin dejar de dudar.
-Bueno, muchachos: fue divertido mientras duró. Pero Ryan debe estar preocupado, no sabe que estoy aquí. Así que… Me largo – anunció Jon – ¡Los quiero! – gritó antes de desaparecer por el pasillo que iba al living.
-Brendon – me dijo Alice acercándose – Tengo razón. Y voy a demostrártelo – susurró en mi oído y me alborotó el pelo.
“¿Por qué todo el mundo hace eso?”, me pregunté. “Tal vez debería cortarme el pelo”, pensé mientras comenzaba a tocar la vieja introducción de “Lying Is The Most Fun A Girl Can Have Without Taking Her Clothes Off”.
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