CAPITULO 33: “EVERYTHING GOES ACCORDING TO PLAN”
Alice se estaba cambiando de ropa en mi cuarto y me había dejado fuera. Ocho veces le había preguntado por qué quería cambiarse el atuendo en mi cuarto y sólo me había dicho que no quería que Emily viera la ropa que iba a ponerse. Yo le había contestado que no importaba en dónde se cambiara porque después de todo Emily ni siquiera estaba en casa. Al fin optó por decirme que mi cuarto tenía espejo de cuerpo entero y el de ellas no. Lo cual no sabía si creerle o no, pero me dije a mí mismo que no importaba; de todos modos ya estaba encerrada en mi cuarto. No valía la pena ir a fijarme si era cierto lo del espejo.
-¡Alice! – grité golpeando la puerta cansinamente luego de esperarla por hora y media.
-¿Qué? Deja de llorar, Boyd. Ya estoy lista – dijo Alice saliendo.
Aunque todo lo que pude ver fueron sus botas, porque hacía veinte minutos que me había sentado al lado de mi puerta, cansado de esperar parado frente a ella.
Me paré para poder entrar a mi cuarto.
-¿No me vas a decir nada? – preguntó Alice.
-¿Por qué te tomaste tanto tiempo? – inquirí.
-Porque soy mujer, ¿pero no vas a preguntarme por mi escote? – preguntó parpadeando varias veces.
-Es que creí que habíamos llegado a un acuerdo… - dije yo recordando aquella noche en que Alice me levantó a las dos de la mañana vestida con su pijama de “Mi Pequeño Pony®”. Me reí al recordar su pijama.
-Es cierto… ¿De qué te ríes, Boyd? – preguntó divertida.
-Nada, es que recordé tu pijama… - dije, sonriendo un poco más - ¿Puedo cambiarme yo ahora? – le pregunté alzando una ceja.
-Sí, ¿necesitas ayuda? – preguntó antes que le cerrara la puerta en la cara.
No necesitaba ayuda para cambiarme. Y menos de Alice. No, no. No, gracias.
Me cambié rápidamente; me puse unos jeans negros, con una camisa roja, y mis acostumbradas zapatillas. Era un cumpleaños, no la boda de nadie. Por suerte.
Aún faltaban como dos horas para que Emily volviera de estar “entretenida” por Shane; así que, dado que ya estaba listo para cuando llegara, me puse a tocar el piano. Siempre me relajaba. Me senté frente a él y lo miré por un rato.
-Mi dulce y amado Yamaha®… - dije mirándolo.
Y así me quedé un rato.
-Tú eres el único que nunca me traicionó. Jamás… - dije en voz alta.
Quizá de miedo que hable solo. O peor aún, que hable con las cosas. Pero es la forma en que funciono.
Comencé a improvisar. Al principio sonaba muy meloso y clásico, pero luego se transformó en una versión demasiado barata del arte de Bach. Sin embargo sonaba bien, todavía. Y las teclas debajo de mis manos cedían bajo la débil presión de mis volátiles dedos que apenas si las rozaban. En ese momento se me ocurrió que hubiese sido buena idea haberle escrito una canción para Emily. Y pensando en eso cambié la melodía, por algo más triste, pero con tonos felices. No sé si me entienden. Cambiando de Si y La menor, a Sol y Fa; etcétera. Tratando, buscando la manera de hacerla sonar feliz aunque la melodía llorara encubierta por el sonido de las notas sonrientes. Me llevó nada más que diez minutos concluir en una melodía que me hiciera feliz a mí. Que transmitiera todo lo que quería decirle a ella.
Ya no me importaba el plan. No me interesaba si funcionaba o no. No quería saber si iba a tener un resultado positivo o negativo. Sólo quería gritarle a Emily que la amaba. Y aunque sabía que con la canción ella no lo entendería; por lo menos yo bajaría bastante peso de mis hombros al intentarlo.
Aún seguía tocando la nueva canción de Emily cuando Ryan tocó a mi puerta.
-¡Brendon! – gritó – ¡Emily y Shane están a punto de entrar a la casa! – dejé de tocar el piano y salí de mi cuarto.
-Hola, Ryan – saludé contento.
-¿Qué estabas tocando allí dentro? Sonaba demasiado bien para que no me lo hayas mostrado – me contestó Ryan.
-Acabo de escribirlo… - dije.
Quise sonreír, pero de alguna manera, mi inconciente no me dejó. Sabiendo internamente lo que estábamos por hacer.
-¿Por qué tan serio, amigo? – preguntó Ryan mientras nos dirigíamos al living.
-No lo sé – contesté sincero.
Emily entró antes que Shane, y cuando todos le gritamos el “¡Feliz Cumpleaños!” se emocionó muchísimo; y yo me entristecí aún más. Nos abrazó a todos no dejaba de dar las gracias. Además dijo que nunca esperó tener amigos tan dedicados que la quieran tanto. Con Alice nos miramos: los dos queríamos que este plan termine antes de empezar.
-¿Estás segura de esto Alice? –
-Es ahora o nunca, Brendon – dijo ella susurrando – Además, él la lastimará tarde o temprano. Prefiero que sea temprano y que esté rodeada de sus amigos –
-Va a odiarte, y lo sabes – contesté.
-Con el tiempo sabrá perdonarme – me dijo antes de irse de mi lado.
Y me quedé solo en el piano. Ryan había traído a Susan.
-¿Vas a tocar algo en mi nombre? – preguntó Emily acercándose. Nunca creí que querría esto, pero estaba esperando que venga con Toby. Sin embargo, apareció sola.
-Claro – contesté, invitándola a sentarse al lado mío.
Comencé a tocar la canción que acababa de escribir. La recordaba de memoria. De principio a fin. ¿Cómo olvidarla? Si esa canción era yo diciéndole a Emily cuánto la amaba.
-Es hermosa, ¿cómo es que no la escuché nunca antes? – preguntó Emily cuando terminé de tocar la canción.
-Es que es nueva – contesté.
-¿Es tuya? – preguntó ella medio sorprendida.
-Sí, la escribí para ti… Para hoy… - dije sin ánimos.
-Gracias – contestó ella abrazándome.
Normalmente le habría devuelto el abrazo y habría sonreído como un idiota. Pero no salió.
-¡Emily! – gritó Ryan.
“Es tiempo”, pensé tomando mucho aire.
-Emily, Emily, Emily… Zack trajo fuegos artificiales para tirar clandestinamente en el jardín… ¿vienes? – preguntó inocentemente Jon, que venía con Ryan.
-¿Clandestinamente? – preguntó Emily divertida - ¡Vamos! – exclamó - ¡Ven Brendon! – agregó luego al ver que yo no me levantaba de mi lugar en el piano.
Yo sabía lo que iba a pasar y no quería estar presente. No quería verla llorar por algo que su amiga estaría haciendo.
Fuimos todos juntos al jardín. Y mientras las acciones se iban sucediendo, sentía que todo andaba en cámara lenta. Ahí estaban los dos: tal y como Alice lo había predicho.
-¡Alice! – grité golpeando la puerta cansinamente luego de esperarla por hora y media.
-¿Qué? Deja de llorar, Boyd. Ya estoy lista – dijo Alice saliendo.
Aunque todo lo que pude ver fueron sus botas, porque hacía veinte minutos que me había sentado al lado de mi puerta, cansado de esperar parado frente a ella.
Me paré para poder entrar a mi cuarto.
-¿No me vas a decir nada? – preguntó Alice.
-¿Por qué te tomaste tanto tiempo? – inquirí.
-Porque soy mujer, ¿pero no vas a preguntarme por mi escote? – preguntó parpadeando varias veces.
-Es que creí que habíamos llegado a un acuerdo… - dije yo recordando aquella noche en que Alice me levantó a las dos de la mañana vestida con su pijama de “Mi Pequeño Pony®”. Me reí al recordar su pijama.
-Es cierto… ¿De qué te ríes, Boyd? – preguntó divertida.
-Nada, es que recordé tu pijama… - dije, sonriendo un poco más - ¿Puedo cambiarme yo ahora? – le pregunté alzando una ceja.
-Sí, ¿necesitas ayuda? – preguntó antes que le cerrara la puerta en la cara.
No necesitaba ayuda para cambiarme. Y menos de Alice. No, no. No, gracias.
Me cambié rápidamente; me puse unos jeans negros, con una camisa roja, y mis acostumbradas zapatillas. Era un cumpleaños, no la boda de nadie. Por suerte.
Aún faltaban como dos horas para que Emily volviera de estar “entretenida” por Shane; así que, dado que ya estaba listo para cuando llegara, me puse a tocar el piano. Siempre me relajaba. Me senté frente a él y lo miré por un rato.
-Mi dulce y amado Yamaha®… - dije mirándolo.
Y así me quedé un rato.
-Tú eres el único que nunca me traicionó. Jamás… - dije en voz alta.
Quizá de miedo que hable solo. O peor aún, que hable con las cosas. Pero es la forma en que funciono.
Comencé a improvisar. Al principio sonaba muy meloso y clásico, pero luego se transformó en una versión demasiado barata del arte de Bach. Sin embargo sonaba bien, todavía. Y las teclas debajo de mis manos cedían bajo la débil presión de mis volátiles dedos que apenas si las rozaban. En ese momento se me ocurrió que hubiese sido buena idea haberle escrito una canción para Emily. Y pensando en eso cambié la melodía, por algo más triste, pero con tonos felices. No sé si me entienden. Cambiando de Si y La menor, a Sol y Fa; etcétera. Tratando, buscando la manera de hacerla sonar feliz aunque la melodía llorara encubierta por el sonido de las notas sonrientes. Me llevó nada más que diez minutos concluir en una melodía que me hiciera feliz a mí. Que transmitiera todo lo que quería decirle a ella.
Ya no me importaba el plan. No me interesaba si funcionaba o no. No quería saber si iba a tener un resultado positivo o negativo. Sólo quería gritarle a Emily que la amaba. Y aunque sabía que con la canción ella no lo entendería; por lo menos yo bajaría bastante peso de mis hombros al intentarlo.
Aún seguía tocando la nueva canción de Emily cuando Ryan tocó a mi puerta.
-¡Brendon! – gritó – ¡Emily y Shane están a punto de entrar a la casa! – dejé de tocar el piano y salí de mi cuarto.
-Hola, Ryan – saludé contento.
-¿Qué estabas tocando allí dentro? Sonaba demasiado bien para que no me lo hayas mostrado – me contestó Ryan.
-Acabo de escribirlo… - dije.
Quise sonreír, pero de alguna manera, mi inconciente no me dejó. Sabiendo internamente lo que estábamos por hacer.
-¿Por qué tan serio, amigo? – preguntó Ryan mientras nos dirigíamos al living.
-No lo sé – contesté sincero.
Emily entró antes que Shane, y cuando todos le gritamos el “¡Feliz Cumpleaños!” se emocionó muchísimo; y yo me entristecí aún más. Nos abrazó a todos no dejaba de dar las gracias. Además dijo que nunca esperó tener amigos tan dedicados que la quieran tanto. Con Alice nos miramos: los dos queríamos que este plan termine antes de empezar.
-¿Estás segura de esto Alice? –
-Es ahora o nunca, Brendon – dijo ella susurrando – Además, él la lastimará tarde o temprano. Prefiero que sea temprano y que esté rodeada de sus amigos –
-Va a odiarte, y lo sabes – contesté.
-Con el tiempo sabrá perdonarme – me dijo antes de irse de mi lado.
Y me quedé solo en el piano. Ryan había traído a Susan.
-¿Vas a tocar algo en mi nombre? – preguntó Emily acercándose. Nunca creí que querría esto, pero estaba esperando que venga con Toby. Sin embargo, apareció sola.
-Claro – contesté, invitándola a sentarse al lado mío.
Comencé a tocar la canción que acababa de escribir. La recordaba de memoria. De principio a fin. ¿Cómo olvidarla? Si esa canción era yo diciéndole a Emily cuánto la amaba.
-Es hermosa, ¿cómo es que no la escuché nunca antes? – preguntó Emily cuando terminé de tocar la canción.
-Es que es nueva – contesté.
-¿Es tuya? – preguntó ella medio sorprendida.
-Sí, la escribí para ti… Para hoy… - dije sin ánimos.
-Gracias – contestó ella abrazándome.
Normalmente le habría devuelto el abrazo y habría sonreído como un idiota. Pero no salió.
-¡Emily! – gritó Ryan.
“Es tiempo”, pensé tomando mucho aire.
-Emily, Emily, Emily… Zack trajo fuegos artificiales para tirar clandestinamente en el jardín… ¿vienes? – preguntó inocentemente Jon, que venía con Ryan.
-¿Clandestinamente? – preguntó Emily divertida - ¡Vamos! – exclamó - ¡Ven Brendon! – agregó luego al ver que yo no me levantaba de mi lugar en el piano.
Yo sabía lo que iba a pasar y no quería estar presente. No quería verla llorar por algo que su amiga estaría haciendo.
Fuimos todos juntos al jardín. Y mientras las acciones se iban sucediendo, sentía que todo andaba en cámara lenta. Ahí estaban los dos: tal y como Alice lo había predicho.
Comments
Post a Comment