CAPITULO 34: “IF YOU’RE GOING THEN GO”
Emily se quedó allí parada durante un segundo que duró una eternidad. Sus ojos comenzaron lentamente a llenarse de lágrimas, pero para cuando comenzaron a escapar de sus ojos ella ya había comenzado a correr hacia el interior de la casa.
No pude seguirla.
Cerré mis ojos con fuerza intentando hacer que todo desaparezca.
Cuando los abrí todos seguían allí. Toby mostró una sonrisa arrogante y entró a la casa. Cuando azotó la puerta de calle me sobresalté.
Jamás entenderé por qué me sentí así en ese momento. Debí haber sido el hombre más feliz sobre la fase de La Tierra, pero me sentía como una completa basura inservible. Shane me había dicho algo antes de ingresar a la casa, pero no le entendí. Tampoco alcancé a escucharlo. Todo lo que escuchaba era el fuerte sonido que estaba haciendo mi corazón en ese momento. Mis pulmones al inflarse mientras respiraba, y el fluido de la sangre por mis venas. Finalmente reuní fuerzas de la nada y mis piernas me llevaron a mi cuarto. Me encerré allí. Era el único lugar en el que siempre me había sentido seguro; sea cual fuera la casa en que vivía. Me dejé caer sobre mi cama en plena oscuridad. Cerré mis ojos con fuerza una vez más y las imágenes sólo saltaron en mis ojos.
Podía verlo todo con mucha más claridad y oír sin obstrucciones. Alice y Toby se estaban besando junto la pared de la puerta. Jon había dejado a Emily pasar primero. Cuando comenzó a llorar, ella todavía sostenía mi mano.
Las imágenes aparecían sin un aparente orden cronológico, y no duraban la acción completa.
Emily llorando. Su mano temblaba en la mina, pero cuando creí que iba a apretarla con más fuerza ella se soltó.
“Debí seguirla”, pensé tan fuerte que creí haberlo dicho en voz alta. Tal vez lo hice…
A pesar de no sentirme feliz, no estaba triste. No estaba angustiado. Mientras las imágenes se aparecían frente a mis ojos esperaba encontrarme con una opresión en el pecho. Un nudo en la garganta. Una lágrima solitaria que rodara cuesta abajo hasta colisionar contra mi almohada.
Pero nada de eso apareció. Estaba tranquilo. Mi respiración acompasada. Los latidos de mi corazón estaban en noventa. Los conté. Y aún así no podía estar feliz por lo que acababa de pasar.
Alice acababa de demostrar que Toby no la quería. Él mismo se había hecho cargo de sus sentimientos en cuanto sonrió y se fue de la casa. No había vuelta atrás. Ella no le importaba para nada y Emily jamás podría verlo por nuestra culpa. ¿O me equivocaba? No sabía qué pensar.
Esos ojos verdes, casi transparentes, derramando lágrimas se me seguían apareciendo una y otra vez. Pero no me perturbaban. Lo único que me importaba era cuánto tiempo más iban estas imágenes a seguir apareciéndoseme. Pero tampoco me preocupaba demasiado. Nada podía preocuparme en ese momento.
Mi celular comenzó a sonar en mi bolsillo.
Salí de mi ensimismamiento para atenderlo.
-¿Brendon? – escuché que preguntó la voz de Ryan.
-¿Por qué no subes si quieres hablar conmigo? – inquirí con vos ronca, algo molesto por hacer que me distrajera de mis pensamientos.
-Porque estoy en mi casa, hace horas que nos marchamos de allí. Brendon…ya es domingo – me dijo, y su voz sonó algo preocupada.
-¿Me quedé dormido…? - comencé, pero terminé pensándolo. No tenía fuerzas para hablar.
“¿Me quedé dormido pensando en todo lo que pasó? ¿Cuánto dormí? ¿Qué hora es?”. Esto último lo repetí en voz alta.
-¿Qué hora es? – le pregunté a Ryan.
-Como las doce, ¿recién te levantas? – preguntó sin abandonar su tono preocupado.
-Sí, no sé. ¿Qué sucedió ayer? – pregunté sentándome en mi cama.
- Eh… – dijo Ryan pensativo. Y hasta pude saber que estaba rascándose la nuca, intentando recordarlo todo lo más claro posible – Básicamente Emily vio a Alice besándose con Toby y se puso a llorar. Salió corriendo a la casa y se encerró en su cuarto. – se detuvo por un momento – Nosotros nos quedamos ayudando a Shane a acomodar las cosas y luego nos fuimos. –
Así que sólo eso había pasado. No se veía tan complicado como en mi cabeza.
-¿Brendon? – volvió a preguntar la voz de Ryan.
-Debo irme, Ryan. Nos vemos – dije cortando la llamada sin esperar respuestas.
Tiré el teléfono sobre la cama y me fui hacia el living.
Entrecerré bastante los ojos cuando el sol de mediodía me golpeó de lleno en la cara. Y la vi allí; sentada en uno de los sillones del living.
-¿Dormiste aquí? – le pregunté.
-Sí, no dejó que nadie entrara en la habitación. Se encerró – contestó – Y hoy en la mañana, en cuanto vio mi rostro se fue por esa puerta – agregó mirando la puerta de calle con la mirada perdida.
-¿Qué crees que pase ahora? – pregunté sentándome a su lado.
-¿No vas a ir a buscarla? – me miró.
-No entiendo muy bien qué está sucediendo ahora; no sé cómo actuar… -
-Brendon, no hay muchas formas de actuar: vas a buscarla, la encuentras, le dices que la amas, la besas, y viven felices por siempre – dijo mirándome, escéptica.
-¿Y qué va a ser de tí? – pregunté una vez más – Creí que Emily era tu amiga, Alice. – agregué.
-Y así es. Por eso, ya te dije: con el tiempo sabrá perdonarme. Y cuanto antes reconozca su amor por ti, más rápido va a perdonarme, ¿no crees? –
-¿Sinceramente? –
-No, sólo hazlo –
-¡No puedo creer lo que hicieron! – gritó Shane mirándome a mí.
Estaba enojado. Mucho.
-¿En qué estabas pensando, Brendon? – inquirió sin buscar respuesta – Lo esperaría de cualquiera menos de ti. Estoy decepcionado. ¿Qué pensabas? – caminaba de una esquina a la otra con sus ojos clavados en los míos.
Permanecí callado. Shane tenía razón y no tenía la sabiduría ni la destreza para encubrir el crimen sobre el cuál me inculpaba.
-¡Contéstame! – gritó al fin, deteniéndose de pronto.
Me levanté y me fui; aún sin decir palabra.
-¿A dónde crees que vas? – preguntó Shane mientras yo cerraba la puerta en su cara.
No estaba en mi lista de pensamientos felices ver a Shane enojado, pero no podía culparlo. Caminé vagamente por las calles de Los Ángeles; aunque no se me hacían tan apetecibles como mis calles de Las Vegas. Realmente extrañaba vivir ahí.
Entonces mis pies me guiaron inconcientemente hasta la playa. ¿Por qué “inconcientemente”? Porque allí estaba sentada, de cara al mar, abrazando sus piernas en medio de la arena. Me paré a su lado, como era pasado el mediodía, algo de mi sombra se proyectó sobre su línea visual mientras el sol todavía se podía ver entre las nubes.
-¿Sabes qué es lo más estúpido? – preguntó en voz alta sin quitarle la vista de encima al mar. No dije nada – Desde que los vi… Desde ayer en la noche lo único en que puedo pensar es en mi canción –
-¿Tu canción? – pregunté en voz baja, parado desde donde estaba.
-Sí, la canción que escribiste para mí ha estado sonando en mi cabeza desde ayer – dijo soltando un mohín – No puedo pensar en otra cosa – al decir esto se tapó los oídos con ambas manos y comenzó a hamacarse hacia delante y hacia atrás.
-¿Eso te molesta? – pregunté sentándome a su lado.
Me miró conservando la posición en que estaba.
-No es molesto. Es raro… - contestó volviendo su vista al mar. - Es como si mi corazón supiera que lo que sucedió ayer era obvio. Y que no tengo que superarlo porque nunca me afectó –
-¿Te sientes confundida de alguna manera? – no sabía qué decir, pero tenía que decir algo.
-¿Qué me pasa, Brendon? – preguntó mirándome de nuevo – Es como si T… Como si… Toby – dijo el nombre como si le costara pronunciarlo – nunca me hubiese importado –
-¿Qué hay de Alice? – pregunté para tantear el terreno de guerra.
-No tenía que hacer todas esas cosas. Podría haber hablado conmigo y ya – contestó molestándose de pronto, mirándome con el ceño fruncido – Además, ¿qué importa Alice? Creí que estábamos hablando de mí… - exhaló enojada.
-Lo siento – contesté sin poder contener una sonrisa.
-¿De qué tanto te ríes? – indagó.
-Sabía que eras rara, pero te pasas de veras… - contesté mirando el mar.
-¡Mira quién habla! Te quedaste duro, Urie. ¡Quieto como una piedra! – dijo – Creí que ibas a venir corriendo tras de mí, y sin embargo te quedaste ahí parado. Sólo te quedaste ahí… - dijo calmándose a medida que iba hablando.
-No sabía qué hacer, Emily – contesté – Todo sucedió tan de pronto.
Emily giró su cabeza hacia mí. Y aunque yo tenía mi vista clavada en el mar, pude sentir que se sonreía. Así como sentí su mano, helada por estar tanto tiempo frente al mar con el sol yendo y viniendo tras las nubes, rodear mi brazo y la presión de su cabeza apoyada en mi hombro.
No pude seguirla.
Cerré mis ojos con fuerza intentando hacer que todo desaparezca.
Cuando los abrí todos seguían allí. Toby mostró una sonrisa arrogante y entró a la casa. Cuando azotó la puerta de calle me sobresalté.
Jamás entenderé por qué me sentí así en ese momento. Debí haber sido el hombre más feliz sobre la fase de La Tierra, pero me sentía como una completa basura inservible. Shane me había dicho algo antes de ingresar a la casa, pero no le entendí. Tampoco alcancé a escucharlo. Todo lo que escuchaba era el fuerte sonido que estaba haciendo mi corazón en ese momento. Mis pulmones al inflarse mientras respiraba, y el fluido de la sangre por mis venas. Finalmente reuní fuerzas de la nada y mis piernas me llevaron a mi cuarto. Me encerré allí. Era el único lugar en el que siempre me había sentido seguro; sea cual fuera la casa en que vivía. Me dejé caer sobre mi cama en plena oscuridad. Cerré mis ojos con fuerza una vez más y las imágenes sólo saltaron en mis ojos.
Podía verlo todo con mucha más claridad y oír sin obstrucciones. Alice y Toby se estaban besando junto la pared de la puerta. Jon había dejado a Emily pasar primero. Cuando comenzó a llorar, ella todavía sostenía mi mano.
Las imágenes aparecían sin un aparente orden cronológico, y no duraban la acción completa.
Emily llorando. Su mano temblaba en la mina, pero cuando creí que iba a apretarla con más fuerza ella se soltó.
“Debí seguirla”, pensé tan fuerte que creí haberlo dicho en voz alta. Tal vez lo hice…
A pesar de no sentirme feliz, no estaba triste. No estaba angustiado. Mientras las imágenes se aparecían frente a mis ojos esperaba encontrarme con una opresión en el pecho. Un nudo en la garganta. Una lágrima solitaria que rodara cuesta abajo hasta colisionar contra mi almohada.
Pero nada de eso apareció. Estaba tranquilo. Mi respiración acompasada. Los latidos de mi corazón estaban en noventa. Los conté. Y aún así no podía estar feliz por lo que acababa de pasar.
Alice acababa de demostrar que Toby no la quería. Él mismo se había hecho cargo de sus sentimientos en cuanto sonrió y se fue de la casa. No había vuelta atrás. Ella no le importaba para nada y Emily jamás podría verlo por nuestra culpa. ¿O me equivocaba? No sabía qué pensar.
Esos ojos verdes, casi transparentes, derramando lágrimas se me seguían apareciendo una y otra vez. Pero no me perturbaban. Lo único que me importaba era cuánto tiempo más iban estas imágenes a seguir apareciéndoseme. Pero tampoco me preocupaba demasiado. Nada podía preocuparme en ese momento.
Mi celular comenzó a sonar en mi bolsillo.
Salí de mi ensimismamiento para atenderlo.
-¿Brendon? – escuché que preguntó la voz de Ryan.
-¿Por qué no subes si quieres hablar conmigo? – inquirí con vos ronca, algo molesto por hacer que me distrajera de mis pensamientos.
-Porque estoy en mi casa, hace horas que nos marchamos de allí. Brendon…ya es domingo – me dijo, y su voz sonó algo preocupada.
-¿Me quedé dormido…? - comencé, pero terminé pensándolo. No tenía fuerzas para hablar.
“¿Me quedé dormido pensando en todo lo que pasó? ¿Cuánto dormí? ¿Qué hora es?”. Esto último lo repetí en voz alta.
-¿Qué hora es? – le pregunté a Ryan.
-Como las doce, ¿recién te levantas? – preguntó sin abandonar su tono preocupado.
-Sí, no sé. ¿Qué sucedió ayer? – pregunté sentándome en mi cama.
- Eh… – dijo Ryan pensativo. Y hasta pude saber que estaba rascándose la nuca, intentando recordarlo todo lo más claro posible – Básicamente Emily vio a Alice besándose con Toby y se puso a llorar. Salió corriendo a la casa y se encerró en su cuarto. – se detuvo por un momento – Nosotros nos quedamos ayudando a Shane a acomodar las cosas y luego nos fuimos. –
Así que sólo eso había pasado. No se veía tan complicado como en mi cabeza.
-¿Brendon? – volvió a preguntar la voz de Ryan.
-Debo irme, Ryan. Nos vemos – dije cortando la llamada sin esperar respuestas.
Tiré el teléfono sobre la cama y me fui hacia el living.
Entrecerré bastante los ojos cuando el sol de mediodía me golpeó de lleno en la cara. Y la vi allí; sentada en uno de los sillones del living.
-¿Dormiste aquí? – le pregunté.
-Sí, no dejó que nadie entrara en la habitación. Se encerró – contestó – Y hoy en la mañana, en cuanto vio mi rostro se fue por esa puerta – agregó mirando la puerta de calle con la mirada perdida.
-¿Qué crees que pase ahora? – pregunté sentándome a su lado.
-¿No vas a ir a buscarla? – me miró.
-No entiendo muy bien qué está sucediendo ahora; no sé cómo actuar… -
-Brendon, no hay muchas formas de actuar: vas a buscarla, la encuentras, le dices que la amas, la besas, y viven felices por siempre – dijo mirándome, escéptica.
-¿Y qué va a ser de tí? – pregunté una vez más – Creí que Emily era tu amiga, Alice. – agregué.
-Y así es. Por eso, ya te dije: con el tiempo sabrá perdonarme. Y cuanto antes reconozca su amor por ti, más rápido va a perdonarme, ¿no crees? –
-¿Sinceramente? –
-No, sólo hazlo –
-¡No puedo creer lo que hicieron! – gritó Shane mirándome a mí.
Estaba enojado. Mucho.
-¿En qué estabas pensando, Brendon? – inquirió sin buscar respuesta – Lo esperaría de cualquiera menos de ti. Estoy decepcionado. ¿Qué pensabas? – caminaba de una esquina a la otra con sus ojos clavados en los míos.
Permanecí callado. Shane tenía razón y no tenía la sabiduría ni la destreza para encubrir el crimen sobre el cuál me inculpaba.
-¡Contéstame! – gritó al fin, deteniéndose de pronto.
Me levanté y me fui; aún sin decir palabra.
-¿A dónde crees que vas? – preguntó Shane mientras yo cerraba la puerta en su cara.
No estaba en mi lista de pensamientos felices ver a Shane enojado, pero no podía culparlo. Caminé vagamente por las calles de Los Ángeles; aunque no se me hacían tan apetecibles como mis calles de Las Vegas. Realmente extrañaba vivir ahí.
Entonces mis pies me guiaron inconcientemente hasta la playa. ¿Por qué “inconcientemente”? Porque allí estaba sentada, de cara al mar, abrazando sus piernas en medio de la arena. Me paré a su lado, como era pasado el mediodía, algo de mi sombra se proyectó sobre su línea visual mientras el sol todavía se podía ver entre las nubes.
-¿Sabes qué es lo más estúpido? – preguntó en voz alta sin quitarle la vista de encima al mar. No dije nada – Desde que los vi… Desde ayer en la noche lo único en que puedo pensar es en mi canción –
-¿Tu canción? – pregunté en voz baja, parado desde donde estaba.
-Sí, la canción que escribiste para mí ha estado sonando en mi cabeza desde ayer – dijo soltando un mohín – No puedo pensar en otra cosa – al decir esto se tapó los oídos con ambas manos y comenzó a hamacarse hacia delante y hacia atrás.
-¿Eso te molesta? – pregunté sentándome a su lado.
Me miró conservando la posición en que estaba.
-No es molesto. Es raro… - contestó volviendo su vista al mar. - Es como si mi corazón supiera que lo que sucedió ayer era obvio. Y que no tengo que superarlo porque nunca me afectó –
-¿Te sientes confundida de alguna manera? – no sabía qué decir, pero tenía que decir algo.
-¿Qué me pasa, Brendon? – preguntó mirándome de nuevo – Es como si T… Como si… Toby – dijo el nombre como si le costara pronunciarlo – nunca me hubiese importado –
-¿Qué hay de Alice? – pregunté para tantear el terreno de guerra.
-No tenía que hacer todas esas cosas. Podría haber hablado conmigo y ya – contestó molestándose de pronto, mirándome con el ceño fruncido – Además, ¿qué importa Alice? Creí que estábamos hablando de mí… - exhaló enojada.
-Lo siento – contesté sin poder contener una sonrisa.
-¿De qué tanto te ríes? – indagó.
-Sabía que eras rara, pero te pasas de veras… - contesté mirando el mar.
-¡Mira quién habla! Te quedaste duro, Urie. ¡Quieto como una piedra! – dijo – Creí que ibas a venir corriendo tras de mí, y sin embargo te quedaste ahí parado. Sólo te quedaste ahí… - dijo calmándose a medida que iba hablando.
-No sabía qué hacer, Emily – contesté – Todo sucedió tan de pronto.
Emily giró su cabeza hacia mí. Y aunque yo tenía mi vista clavada en el mar, pude sentir que se sonreía. Así como sentí su mano, helada por estar tanto tiempo frente al mar con el sol yendo y viniendo tras las nubes, rodear mi brazo y la presión de su cabeza apoyada en mi hombro.
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